M I A L M A
Mi alma sin rumbo navega perdida,
con temor a la oscuridad habida.
Camina con tristeza por la hondura,
en silencio, tímida, limpia, pura,
asida al carro de mi vida dura,
paseando lenta por la espesura.
Mi soledad con vida, pero muerta,
ayudadme a elevarla sin pereza.
Lágrimas silentes, caen cálidas,
el sol en su ocaso, ya se oculta,
¡Señor!, haced que viva y nunca muera.
Mariam Sarrió y Muñoz
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